lunes, 1 de junio de 2020

Siete Años Después

I. Un nuevo día

Siete años han pasado desde mi última entrada, es un número cabalístico, aunque realmente no creo en esas cuestiones, simplemente es curioso comentarlo. 

¿Alguien leerá este blog de nuevo alguna vez? Además, claro, de mi amigo Omar que recientemente me lo ha recordado.

No había desaparecido de mi mente, siempre he sabido que esto estaba en internet. He pensado en eliminarlo por completo, pero también he tenido deseos de escribir por escribir, a la nada. Tal vez algún día, antes de que Blogspot desaparezca (que no creo que falte demasiado), alguien por azares del destino llegue a este blog y encuentre algo que le plazca leer. Tal vez me sirva como ejercicio de redacción y algún día emigre a otra plataforma. O simplemente tal vez vuelva a abandonarlo.

Como dije antes, pensé seriamente en deshacerme de todo rastro de este sitio, por la sencilla razón de que ahora me disgusta todo aquello que escribí en aquel tiempo, así de simple. Alguien (o tal vez solo yo) podría decir que es bueno conservar aquello que quise expresarle al mundo en algún punto de mi vida, pero siendo sinceros y objetivos, además de que mis textos padecían de total rigor literario e incluso de un gramo de calidad, me producen cierta repulsión por lo cursi que pude ser por ciertas personas que ahora no significan nada en mi vida, y rerpresentan una etapa de mi vida que no quiero recordar del todo. Al final he decidido dejar solo un par de entradas (las que he considerado menos desagradables de entre todas) para conservar un poco de la escencia del sitio.

Así es, me refiero a desamores. O mejor dicho rechazos, porque creo que el desamor surge de la decepción a partir de un sentimiento mutuo, o una relación. Realmente no tengo idea de la exactitud del término y tampoco tengo ganas de averiguarlo, resulta trivial ahondar en ello. 


II. Recuento 

Ahora bien, tal vez el (inexistente) lector NO se esté preguntando, ¿Qué ha pasado en estos siete años?. Bueno, pues, nada importante.

Un poco de lo mismo de siempre, pero mi visión de la vida ahora no es tan pesimista como lo era en mi adolescencia. Supongo que al igual que muchos, no fue nada fácil, y bien que ahora la vida tampoco es sencilla, parece más tormetosa con la bomba de hormonas a esa edad.

Algunas cosas he tenido que vivir, para apreciar las cosas que realmente importan en la vida, y dejar de conmiserarme por cosas que tal vez no son lo peor del mundo. Para bien o para mal, a algunos nos es necesario conocer el verdadero sufrimiento para aprender ciertas cosas. 

Y bueno, podría parecer que sigo exagerando con mi sufrimiento, pero esta vez lo digo desde una perspectiva más realista; desde la perspectiva que te da el afrontar la cruda e irreversible muerte de alguien cercano, y la de casi perder a alguien aún más cercano e importante que todas aquellas personas que pudiste llegar a poner en un lugar que no tenían intenciones de tomar. Pero ya habrá otra ocasión para hablar de la muerte, tal vez sea mi siguiente publicación.

III. Epílogo

No creo nunca llegar a sanar del todo. Sé que es necesario desprenderse de lo negativo del pasado, pero nunca nos libraremos de la influencia que tienen las cosas buenas o malas que hemos experimentado. Soy quien soy debido a ello, no sé si es bueno o malo, pero no puedo cambiarlo.
No me considero más un pesimista, ni tampoco un optimista, simplemente algunas cosas pasarán y no podré cambiarlo; no está bien ni está mal, solo debo aceptarlo. Al menos esa es mi opinión.

No tengo más que decir, de cualquier forma, probablemente nadie lo lea.